sábado, 13 de diciembre de 2008

Entrar en la ciudad



Entrar en la ciudad de noche es
como acercarse a una rueda de hamster
rueda, rueda sin parar ratoncito
esclavo de tus espectros
viviviendo bajo un manto de mentiras que destruye tus sueños.

Pero ¡ay! rueda, rueda, ratoncito
es la casita de las luces de colores
los detalles ocultos en la vergüenza
la mirada sobre la mirada de la mirada.

Oh, ratón! si pudieras levantar esos ojos rojos de tu labor
y dejar que el sol, el horizonte infinito, el gozo de tu tra
uma
te corta
ran la cola,
y pudieras levantarte sobre tus piernas humanas...

Oh, ciudad de los sueños borrados, las ilusiones perdidas
ese rostro domesticado que sobrevive al agotamiento
que desaparece en el orden tramposo de la estadística
y alimenta un hambre voraz
un hambre infinita...

el hambre de dinero no tiene límite porque se basa sobre el número
los números se borran, se fragmentan, se mutilan.

¡Ay, número, si tu también sintieras dolor!

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