martes, 6 de marzo de 2007

El dolor y el miedo

Gracias a estas semanas de lectura y estudio de Lacan y Zizek creo que he aprendido algo. No hace mucho escribía cosas como esta:
"Las imágenes están obturadas desde el primer día a la entrada de mi boca. Y mi lengua patina. Porque sólo hay una imagen: Crueldad. Imagen que se repite como en la cuerda cerebral de los retrasados mentales. Aquellos ángeles de espejo cojitrancos, detenidos por el terror, por el miedo ante la imagen de su reflejo en el espejo que refleja un espejo. Gesto infinito de la devolución no aceptada, líquido desespesado entre los ácidos del órgano, y los túneles de la memoria desde la boca hasta el ano."
Esa loca manía de poner fuera el dolor, y el miedo. Pero si algo descubrió el psicoanálisis es el trauma, el dolor, que sostiene nuestra vida. Que ese dolor no está fuera, porque lo sentimos nosotros. Claro que fuera hay dolor, no estamos solos en el mundo. Pero nuestro dolor, y nuestro miedo son nuestros. Por eso el "sentimiento de culpa" es inútil en su mecanismo tradicional. La culpa sobreviene porque creemos que ese dolor podría (o debería) no estar ahí, aquí, que podría haber sido de otro modo. Por lo tanto lo intentamos sacar fuera, porque nosotros no somos así, podríamos haberlo hecho diferente: y el dolor no estaría vivo. Pero lo está. Y somos lo que hacemos. Lo que hacemos determina lo que nos sucede y eso es lo que nos constituye. Por lo tanto sucedió así y ya no puede ser de otro modo: el dolor es nuestro, nuestro. Hay que asumirlo para poderlo atravesar. El trauma, y sus retornos son nuestros.

Con el miedo pasa algo parecido. El miedo a morir, el miedo a perder, a la perdida irreparable. El miedo no está fuera, es nuestro. Y tampoco vamos a salvarlo por muchas cadenas que nos pongamos alrededor del cuello. El miedo a no ser aceptado, o reconocido justamente. El miedo no conoce razones, ni se puede salvar. Hay que acogerlo para podelo atravesar. La razón del miedo es mi vida, pero mi vida no me da miedo. Porque yo sólo quiero vivir. Y amar.

2 comentarios:

sublibrarian of the year dijo...

Nada he de temer.

El miedo mata la mente.

El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total.

Afrontaré mi miedo.

Dejaré que pase sobre mí y a través de mí.

Y cuando haya pasado giraré mi ojo interior para escrutar su camino.

Y allí donde haya estado el miedo sólo estaré yo.


Letanía contra el miedo.
Bene Gesserit
Dune

Anónimo dijo...

Y resulta que le tenemos miedo a todo...llega un momento en el cual tenemos miedo de lo que somos capaces de hacer e incluso de pensar...
Pero el miedo está aquí, dentro, aunque nos esforcemos por querer desaparecerlo, es parte de nuestra esencia de seres realmente extraños, inconscientes, conscientes, raros, al fin humanos.