lunes, 18 de agosto de 2008

La ausencia de dolor es un simulacro de la muerte

Imagen encontrada entre los amigos de Guarrilla Urbana, esta es de the_julk's


Antes, durante algunos días en verano, me gustaba pasear por la playa de C. al atardecer casi vacío. Sentarme ante las olas, dejar el aire de los recuerdos infantiles penetrar la estructura molecular de mi presencia. Simplemente un milagro sin dios, una belleza sin razón, tal vez, una divinidad sin dios. Pues dios en el mundo en el que me crié era un bastardo, un juez sin justicia, otra justificación para la injusticia.

Después me convertí en una especie de reo de mí mismo. No sé qué culpa creció hasta confundirse con mi castigo. Porque en el fondo de mi pluma estilográfica una brújula embrujada me impulsaba sin escrúpulos hacia el centro de una salida que tenía forma de boca de serpiente.

La búsqueda, el bosque, morder la fruta prohibida que atesora el conocimiento de más allá del bien y del mal. Una serpiente que se muerde la cola. Una trampa. El conocimiento -en todos los sentidos- del más allá del bien y del mal es su íntima penetración. La confusión: la búsqueda de cierta pureza. La serpiente se morderá siempre la cola mientras no renuncie a perseguir el fruto prohibido.

Y el fruto de ese árbol es la tentación de la hybris, de la soberbia. Ser más que uno mismo. Es el mordisco de la locura.

Llevaba diez años consumiéndome en una trampa, dando vueltas en el laberinto de un Edén dentro de una botella de formol. La fruta prohibida: la ausencia de dolor. Es una trampa. La ausencia de dolor es un simulacro de la muerte.

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